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A una semana del Mundial repasamos la edición de Inglaterra 66, que tuvo grandes polémicas en cuanto a arbitrajes.

Si los mundiales por lo general tienen momentos que exceden los valores deportivos, podríamos decir que Inglaterra 66 fue de los peores.
“La disciplina pertenece al deporte, los excesos deben ser castigados. Queremos mantener limpio nuestro juego”. Sir Stanley Rous, presidente de la Federación inglesa luego del partido Inglaterra - Argentina.
Proclamados como inventores del fútbol, desde que comenzó a globalizarse el fútbol, los ingleses intentaron imponer sus normas por sobre los demás. Esta política no trajo muchos réditos, ya que sin ellos, los Mundiales comenzaron a tener cada vez más trascendencia. Finalmente decidieron asistir al disputado en Brasil.
Luego de años de aislamiento, la muestra que dio el fútbol inglés en el país vecino fue realmente pobre. Quedaron eliminados nada menos que con sus "hermanos menores", Estados Unidos, quienes llevaron un rejunte de jugadores que fueron encontrando ya que el fútbol no es el deporte más popular en aquel país.
Con la sangre en el ojo continuaron compitiendo a nivel internacional, pero siempre eran mayores los fracasos que los éxitos, por lo que en 1966 decidieron organizar su propio Mundial. Obviamente quien se tira a semejante aventura, no lo va a hacer a riesgo de quedar humillado frente al resto del mundo, por lo que decidieron utilizar toda maquinaria posible que les permitiera asegurar que la copa se quedaría en el país.
Emparejaron a la selección brasilera con equipos de fuste como Hungría y Portugal, fijándole además en los tres partidos del grupo jueces ingleses, para permitir el juego brusco sobre Pelé. Previo al Mundial se había anunciado por parte de la FIFA que cada país debía presentar dos jueces, pero terminaron arbitrando siete ingleses, mas un irlandés y un escocés. Todo comenzaba muy turbio.
En segunda fase, se tiró atrás la determinación de que los jueces serían de los países que hubieran quedado eliminados y en un sorteo, que no tuvo nada de tal, se eligieron los árbitros para los próximos partidos. Según cuentan los delegados tanto de Uruguay como de Argentina, fueron citados para ir a un hotel a determinada hora para el sorteo. Al llegar, las decisiones ya estaban tomadas y no anunciaban buen augurio para los sudamericanos.
La FIFA "cruzó" la nacionalidad de los jueces en las eliminatorias de Inglaterra y Alemania. Esto quería decir que el juez de Alemania - Uruguay sería inglés, mientras que el que arbitraría Inglaterra - Argentina sería alemán, una forma clara de mostrar para dónde soplaba el viento.
Ambos partidos tuvieron decisoines arbitrales bastante dudosas. Por un lado Uruguay reclamó que a los siete minutos, un defensa alemán sacó una pelota con la mano. Además de recibir dos expulsiones, una de ellas en un cruce entre un uruguayo y un alemán. Casualmente el germano no fue sancionado por el juez inglés. Lamentablemente la selección celeste se retiró del Mundial con un 4 - 0 en contra, pero con la frente en alto.
Por otro lado los argentinos vivieron una situación parecida, padeciendo la expulsión de, Rattín, uno de sus jugadores más importantes, quien intentó hablar con el juez sobre una situación del partido y finalizó fuera del mismo.
Sin Uruguay ni Argentina, los arreglos no terminaron ahí. Los ingleses decidieron continuar jugando en Wembley, a pesar de que tenían fijado ir hacia Liverpool a disputar las semifinales. En la final se enfrentaron ingleses y germanos, pero estos últimos ya no contarían como en partidos anteriores con el beneplácito de la FIFA.
El partido transcurría con normalidad, hasta que el tercer gol inglés fue mal convalidado. La pelota dio en el travesaño y picó en la línea, saliendo para afuera. Por más que luego llegó el cuatro, persistió la duda acerca del gol "fantasma". Dados los antecedes, ¿usted no desconfiaría?
La expulsión de Rattín
“La disciplina pertenece al deporte, los excesos deben ser castigados. Queremos mantener limpio nuestro juego”. Sir Stanley Rous, presidente de la Federación inglesa luego del partido Inglaterra - Argentina.
Proclamados como inventores del fútbol, desde que comenzó a globalizarse el fútbol, los ingleses intentaron imponer sus normas por sobre los demás. Esta política no trajo muchos réditos, ya que sin ellos, los Mundiales comenzaron a tener cada vez más trascendencia. Finalmente decidieron asistir al disputado en Brasil.
Luego de años de aislamiento, la muestra que dio el fútbol inglés en el país vecino fue realmente pobre. Quedaron eliminados nada menos que con sus "hermanos menores", Estados Unidos, quienes llevaron un rejunte de jugadores que fueron encontrando ya que el fútbol no es el deporte más popular en aquel país.
Con la sangre en el ojo continuaron compitiendo a nivel internacional, pero siempre eran mayores los fracasos que los éxitos, por lo que en 1966 decidieron organizar su propio Mundial. Obviamente quien se tira a semejante aventura, no lo va a hacer a riesgo de quedar humillado frente al resto del mundo, por lo que decidieron utilizar toda maquinaria posible que les permitiera asegurar que la copa se quedaría en el país.
Emparejaron a la selección brasilera con equipos de fuste como Hungría y Portugal, fijándole además en los tres partidos del grupo jueces ingleses, para permitir el juego brusco sobre Pelé. Previo al Mundial se había anunciado por parte de la FIFA que cada país debía presentar dos jueces, pero terminaron arbitrando siete ingleses, mas un irlandés y un escocés. Todo comenzaba muy turbio.
En segunda fase, se tiró atrás la determinación de que los jueces serían de los países que hubieran quedado eliminados y en un sorteo, que no tuvo nada de tal, se eligieron los árbitros para los próximos partidos. Según cuentan los delegados tanto de Uruguay como de Argentina, fueron citados para ir a un hotel a determinada hora para el sorteo. Al llegar, las decisiones ya estaban tomadas y no anunciaban buen augurio para los sudamericanos.
La FIFA "cruzó" la nacionalidad de los jueces en las eliminatorias de Inglaterra y Alemania. Esto quería decir que el juez de Alemania - Uruguay sería inglés, mientras que el que arbitraría Inglaterra - Argentina sería alemán, una forma clara de mostrar para dónde soplaba el viento.
Ambos partidos tuvieron decisoines arbitrales bastante dudosas. Por un lado Uruguay reclamó que a los siete minutos, un defensa alemán sacó una pelota con la mano. Además de recibir dos expulsiones, una de ellas en un cruce entre un uruguayo y un alemán. Casualmente el germano no fue sancionado por el juez inglés. Lamentablemente la selección celeste se retiró del Mundial con un 4 - 0 en contra, pero con la frente en alto.
Por otro lado los argentinos vivieron una situación parecida, padeciendo la expulsión de, Rattín, uno de sus jugadores más importantes, quien intentó hablar con el juez sobre una situación del partido y finalizó fuera del mismo.
Sin Uruguay ni Argentina, los arreglos no terminaron ahí. Los ingleses decidieron continuar jugando en Wembley, a pesar de que tenían fijado ir hacia Liverpool a disputar las semifinales. En la final se enfrentaron ingleses y germanos, pero estos últimos ya no contarían como en partidos anteriores con el beneplácito de la FIFA.
El partido transcurría con normalidad, hasta que el tercer gol inglés fue mal convalidado. La pelota dio en el travesaño y picó en la línea, saliendo para afuera. Por más que luego llegó el cuatro, persistió la duda acerca del gol "fantasma". Dados los antecedes, ¿usted no desconfiaría?
La expulsión de Rattín