En la historia de los Mundialies siempre han habido sospechas de que ciertos partidos están arreglados o hay cierta tendencia para un lado u otro. Por suerte el fútbol siempre ofrece una milagrosa salida, que permite soñar con que se puede estar por encima de lo que dicten gobernantes u organizadores.

El caso de Argentina 1978 fue claro. Dominado por una dictadura militar, el gobierno decidió organizar un Mundial para tapar lo que había sido el fracaso de la invasión a las Malvinas.

Pasó de todo un poco: el partido entre Argentina y Perú, los cambios de horario, etcétera. Estos hubieran quedado como detalles si en la final no hubieran ganando los locales.

A pesar de todo esto, el fútbol nunca te asegura lograr el objetivo y Argentina estuvo muy cerca de terminar en el segundo puesto. Milagrosamente para los dirigidos por Menotti, cuando faltaban minutos para que terminara el partido, y el resultado en ese momento era 1 - 1, una pelota de Rob Rensenbrink dio en el palo.

La historia del fútbol hubiera cambiado radicalmente si Holanda hubiera anotado ese gol. La suerte no quiso y los "tulipanes" se tuvieron que conformar con el segundo puesto, ya que en el alargue llegarían los goles de Kempes.