Luego de participaciones sin pena ni gloria en los Mundiales de 1930 y 1934, Brasil consiguió en Francia 1938 su primera gran actuación, tras la cual se acostumbró a ser total protagonista de estas competencias.

El debut en 1938 fue frente a Polonia. En el primer tiempo, los brasileños fueron superiores y se fueron al descanso ganando 3 - 1, cuando todavía brillaba el sol en Estasburgo. Ya para el segundo tiempo las condiciones del clima le jugaron una mala pasada a los sudamericanos, porque la lluvía comenzó -literalmente- a embarrar la cancha y no podían desarollar su juego a gusto.

Los polacos, más cómodos en esas circunstancias, comenzaron a dominar el partido, mientras los brasileros pedían jugar sin championes. Los europeos empataron el partido 3 - 3 y la emoción reinó en Francia.

Milagrosamente dejó de llover y Brasil se puso 4 - 3 arriba, pero Polonia no se dio por vencida y volvió a empatar, en esta oportunidad gracias a un gol agónico en el minuto 89'.

El partido fue a prórroga y ahí el claro dominador volvió a ser el equipo americano, que en los pies de Leonidas anotó dos goles para sellar la victoria. Cuenta la leyenda que el quinto gol brasilero, el segundo gol personal de Leonidas, fue anotado sin championes y quedó titulado como "el gol de medias".

Entre ambas anotaciones brasileñas en el alargue, Polonia había empatado transitoriamente por intermedio de Ernest Wilimowski, que esa tarde hizo cuatro goles y fue el primer jugador en haber hecho tal proeza.

Finalmente Brasil ganó 6 - 5 y siguió su camino eliminado a Checoslovaquia, pero en semifinales cayó ante Italia, y cerró su participación venciendo a Suecia en el partido por el tercer puesto.