La selección brasileña llegó al Mundial de México 1970 con la clara idea de buscar revancha de lo sucedido cuatro años antes en Inglaterra. Con un fútbol muy vistoso, esta selección pasó a la historia como uno de los mejores equipos de todos los tiempos. La estrella absoluta de esa selección era Pelé, quien comandó a su equipo a conseguir el título.

A pesar de todo, muchas veces se recuerda la actuación de Pelé más por los goles errados que por los goles hechos. Pelé tenía una capacidad superior para percibir todos los detalles del juego, y asombraba con jugadas que parecían sacadas de la galera.

Así fue como dejó a todos boca abierta el día del debut frente a Checoslovaquia. Vio al golero Viktor adelantado e intentó sorprenderlo con un tiro por arriba. La pelota pasó muy cerca del arco, y por más que no fue gol, quedó para la historia.

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La segunda jugada es bastante más conocida. Brasil enfrentó a Uruguay en semifinales, 20 años después del Maracanazo. Esto no intimidó a los brasileños, que impusieron todo su fútbol y demostraron que estaban para ser campeones del mundo.

Esa tarde Pelé no pudo anotar, pero estuvo muy cerca de hacerlo dos veces, tras realizar dos genialidades distintas. La primera fue tomar un saque de arco de Mazurkiewicz y rematar de volea tal como venía. En esa oportunidad la pelota se quedó en manos del golero.

La segunda fue sobre el final. Uruguay ya estaba jugado al ataque, regaló metros de cancha y permitió a Pelé correr en velocidad y, tras recibir un pase de un compañero, quedar mano a mano con Mazurkiewicz.

El golero quedó desairado tras la finta del delantero, que sin tocar la pelota, amagó y pasó por el otro lado. Con el arco libre, pero poco ángulo, Pele remató pero la pelota se fue apenas ancha.