Dicen que el mundo tiene forma de pelota. No es exacta la definición en términos geométricos, aunque sirve a la perfección como metáfora. Al menos para algunos, que efectivamente han hecho de la pelota su mundo, y han recorrido el planeta gracias a ella.

La ruta de Gonzalo Gutiérrez, si se permite el facilismo, es de oriente a oriente. Su primer oriente fue el de acá, el de la República Oriental. Nació niño en Aires Puros, y creció futbolista en calles, clubes y plazas. Se formó en Danubio y siguió jugando en Racing.

El segundo oriente es en Bolivia, el Oriente Petrolero, que sirvió para consolidar su proyecto profesional y personal. Su primera salida lejos de casa, le sirvió para tomar impulso. Le seguiría un pasaje por Honduras, Rentistas y Fénix.

Y luego llegó el tercer oriente. El medio oriente, tan lejano y misterioso. Primero como jugador, en dos equipos cataríes en los cuales fue goleador en años consecutivos, y luego en su regreso como ayudante técnico.

Unido a Jorge Fossati en lo familiar, lo siguió en su aventura y se fue a trabajar al Al Rayyan, y luego directamente a dirigir la selección mayor de Qatar. A ese país con monarquía absoluta, dominio absoluto del Islam, comercio de perlas, y apenas un puñado de locales en un país tomado por extranjeros, llegó Gonzalo "Matraca" Gutiérrez, siempre, atrás de la pelota.

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