Dejen festejar

Que cada cual festeje lo que quiera y lo que pueda.

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Fotos: Olé / Padre y Decano
Esta agitada semana de fútbol, que tuvo empate clásico y eliminación de Nacional en la Copa, me dejó el sabor de que está socialmente mal visto festejar. Me refiero a cosas pequeñas, no títulos o grandes triunfos.

Peñarol festejó que empató el clásico. Nacional no festejó, pero sí estuvo orgulloso de haber llegado hasta cuartos de final de la Libertadores y haber hecho un buen papel. Y Peñarol festejó que Nacional quedó eliminado.

Ninguna de las tres cosas me parece mal. Al contrario, me parece perfecto y hasta sano para el deporte. Tengo entendido -o al menos me gustaría que así fuera- que uno se acerca a seguir un deporte para sentir cosas positivas. Entonces, ¿para qué reprimirlas?

¿Es de "poco hombre" celebrar que le pudiste empatar a tu tradicional adversario? Aun si no hubiera tenido la épica que tuvo, si me pone contento no perder contra el rival al que considero clásico, ¿por qué ocultarlo?

¿Es indigno conformarse con ser cuartofinalista y nada más? Por más que ya fui campeón varias veces, si me gustó la actitud que tuvo mi equipo y valoro el esfuerzo realizado pese a haber quedado eliminado, ¿por qué no puedo aplaudirlo?

¿Tan terrible es disfrutar que el equipo rival perdió? Si tengo pica y hago bromas con amigos del otro cuadro, ¿qué tiene de malo? Siempre y cuando sea con respeto, ¿por qué no jugar a mofarnos del otro, si es lo que le pone condimento al ser hincha? Repito: sin agredir y sabiendo que el día de mañana la víctima puede ser uno.

Es como que solo se puede festejar si salgo campeón. El fútbol no es solo eso. Tiene otras cosas, más chicas y accesorias, pero que también lo hacen disfrutable.

Dejen aplaudir ese equipo que quedó eliminado. Dejen celebrar empates y chicanear con derrotas ajenas. Dejen que cada cual viva el fútbol y se ponga contento por lo que quiere y puede. Dejen de exacerbar el poder de la gloria y valoren las pequeñas cosas. Dejen festejar en paz.