
¿Otra maldición?
Mucho se habla las maldiciones de Benfica y América de Cali, pero lo de Atlético Madrid en la Champions también es digno de estudio.

Foto: fifa.com
Atlético Madrid llegó a la final de la Copa de Europa (la hoy llamada Champions League) en la temporada 1973/1974, en calidad de invicto y habiendo recibido solamente dos goles en los últimos seis partidos
Los colchoneros eran dirigidos por Juan Carlos "Toto" Lorenzo, un argentino que ya había tenido un pasaje como jugador por el club.
La final, frente a Bayern Munich, se disputó en Bélgica y fue de tal paridad que terminó 0 - 0 y se tuvo que ir a alargue. Allí apareció Luis Aragonés, quien anotó el primer tanto del partido, y parecía ser el gol del campeonato para Atlético.
Pero, fieles a su estilo y disciplina, los alemanes no bajaron la intesidad y obtuvieron su recompensa. Faltaba un minuto para que terminara el alargue, cuando el zaguero Georg Schwarzenbeck, que vestía la camiseta número 4, remató desde afuera del área y decretó el 1 - 1.
Como marcaba el reglamento, luego del empate, en vez de ir a penales, se jugó un partido de desempate dos días después. Atlético llegó a ese encuentro con el espíritu bajo y lo sintió: perdió 4 - 0 con dobletes de Gerd Müller y Uli Hoeneb.
Pasaron cuarenta años y, salvo Valencia en dos ocasiones, ningún otro equipo "chico" de España volvió a llegar a la final de la Champions.
Este año parecía estar todo a favor de Atlético Madrid, que había llegado como invicto a la final y en el primer tiempo de la final se pudo poner en ventaja, gracias a un gol de Diego Godín.
Pero como si el tiempo no hubiera pasado, y no hubiera sido suficiente con la herida del 74, a falta de dos minutos para el final, el zaguero Sergio Ramos, que también usa el dorsal número 4, empató el partido de cabeza.
Atlético sintió ese gol y no pudo contener a su enemigo, que con tres goles en el alargue terminó apabullándolo y venciéndolo por 4 - 1.
Mucho se habla de Béla Guttmann en Benfica, o de la "maldición de Garabato" para América de Cali, pero los cabuleros de Atlético Madrid también tienen para entretenerse con la forma que perdió su equipo las dos finales de Champions a las que llegó.
Los colchoneros eran dirigidos por Juan Carlos "Toto" Lorenzo, un argentino que ya había tenido un pasaje como jugador por el club.
La final, frente a Bayern Munich, se disputó en Bélgica y fue de tal paridad que terminó 0 - 0 y se tuvo que ir a alargue. Allí apareció Luis Aragonés, quien anotó el primer tanto del partido, y parecía ser el gol del campeonato para Atlético.
Pero, fieles a su estilo y disciplina, los alemanes no bajaron la intesidad y obtuvieron su recompensa. Faltaba un minuto para que terminara el alargue, cuando el zaguero Georg Schwarzenbeck, que vestía la camiseta número 4, remató desde afuera del área y decretó el 1 - 1.
Como marcaba el reglamento, luego del empate, en vez de ir a penales, se jugó un partido de desempate dos días después. Atlético llegó a ese encuentro con el espíritu bajo y lo sintió: perdió 4 - 0 con dobletes de Gerd Müller y Uli Hoeneb.
Pasaron cuarenta años y, salvo Valencia en dos ocasiones, ningún otro equipo "chico" de España volvió a llegar a la final de la Champions.
Este año parecía estar todo a favor de Atlético Madrid, que había llegado como invicto a la final y en el primer tiempo de la final se pudo poner en ventaja, gracias a un gol de Diego Godín.
Pero como si el tiempo no hubiera pasado, y no hubiera sido suficiente con la herida del 74, a falta de dos minutos para el final, el zaguero Sergio Ramos, que también usa el dorsal número 4, empató el partido de cabeza.
Atlético sintió ese gol y no pudo contener a su enemigo, que con tres goles en el alargue terminó apabullándolo y venciéndolo por 4 - 1.
Mucho se habla de Béla Guttmann en Benfica, o de la "maldición de Garabato" para América de Cali, pero los cabuleros de Atlético Madrid también tienen para entretenerse con la forma que perdió su equipo las dos finales de Champions a las que llegó.