
Ignacio González: ¿ángel o demonio?
Su última aparición, barbado y pegando, ¿es un indicio de Viejos Valores y un nuevo Nacho, o es una treta bocatorcidista que apunta a engañar al público obdulista?

Algo se habló sobre el tema en el último clásico, pero luego la atención se desvió hacia los procesamientos y las opiniones de la gente sobre los mismos.
Pero hubo algo que nos quedó dando vueltas en la cabeza y, aprovechando que tenemos al esclavo, le pedimos que transcribiera estos pensamientos.
Entre los involucrados en la gresca, de la que ya nos ocupamos, estuvo un barbado jugador de Nacional con el número 11: Ignacio María González.
El mismo que vio afectado su juego por el largo de sus tapones en el primer tiempo ante Francia, el mismo que impuso los sutién para hombres en nuestro país, el yerno ideal, el bocatorcidista perfecto…
Eese mismo muchacho anduvo a las piñas con Carlos Núñez e incluso llegó a conectar en el pómulo del jugador aurinegro.
Muchas voces se alzaron, incluidos nosotros, resaltando las acciones positivas llevadas a cabo por González. Su barba a lo Suárez en Perú, sus gestos hacia Núñez luego de pegarle diciéndole “tres partidos en primera tenés, gil”, con posterior escupitajo al suelo con gesto intimidante.
Toda esa actitud, impropia de sus antecedentes, hizo que se hablara de González otra vez.
Y luego de mucho reflexionar sobre el tema, nos planteamos lo siguiente: ¿será esto una meditada estrategia del bocatorcidismo para infiltrar a este jugador en la consideración de los obdulistas y volver a citarlo sin culpas, o realmente se trata de una conversión del religioso elemento al bando de los Viejos Valores?
Tal vez se trate de un efecto tardío de la interacción del citado player con prohombres de la talla de Pablo García o Darío Rodríguez en planteles celestes.
Por otra parte, nos resulta por lo menos llamativo que un jugador de las características de González haya experimentado un cambio tan abrupto en sus conductas, pero le vamos a dar el beneficio de la duda, dejándolo en observación.
No es por desconfiar, pero en esta cruzada hay que andar con cuatro ojos vigilando a quienes atentan contra nuestros principios.
¿Habrá estado Ignacio González leyendo nuestra página? De ser así, podríamos contar con una victoria importante: haber logrado la conversión de un peso pesado del bando contrario hacia nuestras filas.
Pero hubo algo que nos quedó dando vueltas en la cabeza y, aprovechando que tenemos al esclavo, le pedimos que transcribiera estos pensamientos.
Entre los involucrados en la gresca, de la que ya nos ocupamos, estuvo un barbado jugador de Nacional con el número 11: Ignacio María González.
El mismo que vio afectado su juego por el largo de sus tapones en el primer tiempo ante Francia, el mismo que impuso los sutién para hombres en nuestro país, el yerno ideal, el bocatorcidista perfecto…
Eese mismo muchacho anduvo a las piñas con Carlos Núñez e incluso llegó a conectar en el pómulo del jugador aurinegro.
Muchas voces se alzaron, incluidos nosotros, resaltando las acciones positivas llevadas a cabo por González. Su barba a lo Suárez en Perú, sus gestos hacia Núñez luego de pegarle diciéndole “tres partidos en primera tenés, gil”, con posterior escupitajo al suelo con gesto intimidante.
Toda esa actitud, impropia de sus antecedentes, hizo que se hablara de González otra vez.
Y luego de mucho reflexionar sobre el tema, nos planteamos lo siguiente: ¿será esto una meditada estrategia del bocatorcidismo para infiltrar a este jugador en la consideración de los obdulistas y volver a citarlo sin culpas, o realmente se trata de una conversión del religioso elemento al bando de los Viejos Valores?
Tal vez se trate de un efecto tardío de la interacción del citado player con prohombres de la talla de Pablo García o Darío Rodríguez en planteles celestes.
Por otra parte, nos resulta por lo menos llamativo que un jugador de las características de González haya experimentado un cambio tan abrupto en sus conductas, pero le vamos a dar el beneficio de la duda, dejándolo en observación.
No es por desconfiar, pero en esta cruzada hay que andar con cuatro ojos vigilando a quienes atentan contra nuestros principios.
¿Habrá estado Ignacio González leyendo nuestra página? De ser así, podríamos contar con una victoria importante: haber logrado la conversión de un peso pesado del bando contrario hacia nuestras filas.